Francisco de Quevedo, prisionero en San Marcos, cansado, viejo y abatido, se
dispone a escribir una carta más a Felipe II, pidiéndole la condonación de su pena. El hecho que mantendrá la tensión en el personaje es la necesidad, entendida al fin por Quevedo, de abjurar de su verdad, de dejar a un lado sus principios para obtener el perdón de un monarca al que ya no respeta. Esto es, será una reflexión violenta y exaltada acerca de cómo el mecenazgo, hermano vicario de la censura, –sea del tipo que sea, en el siglo XVII o en el XXI– nos obliga tantas veces a la renuncia de nuestra voz interior verdadera en aras de una vida mejor, adaptando, u ocultando, nuestra visión del mundo para que sea del agrado de la sociedad que nos mantiene. Será, en resumen, el último monólogo de un genio antes de someterse a la mayor de las humillaciones: el tener que retractarse de su verdad.
dispone a escribir una carta más a Felipe II, pidiéndole la condonación de su pena. El hecho que mantendrá la tensión en el personaje es la necesidad, entendida al fin por Quevedo, de abjurar de su verdad, de dejar a un lado sus principios para obtener el perdón de un monarca al que ya no respeta. Esto es, será una reflexión violenta y exaltada acerca de cómo el mecenazgo, hermano vicario de la censura, –sea del tipo que sea, en el siglo XVII o en el XXI– nos obliga tantas veces a la renuncia de nuestra voz interior verdadera en aras de una vida mejor, adaptando, u ocultando, nuestra visión del mundo para que sea del agrado de la sociedad que nos mantiene. Será, en resumen, el último monólogo de un genio antes de someterse a la mayor de las humillaciones: el tener que retractarse de su verdad.
Taller Fin de Grado. Especialidad Dirección Escénica y Dramaturgia. Fulgen Valares
INTÉRPRETES
Rubén Lanchazo
Emilio Macarro
Olga Estecha
Elena Carrasco
Nacho Barceló
Profesor: Andrés Mata Ramos
Viernes, 27 de marzo a las 20:30 h
LUGAR: Sala Principal – Gran Teatro